Artista que trabaja tensamente con la materia, ha sabido asimilar el patrimonio de Harp, Bracunsi o Moore. Su temática de gran simbolismo surge de proporcionar a la materia una densidad metafísica que trasciende la dimensión física del objeto. Escultor de líneas puras que redescubre las formas primitivas en busca de la geometría esencial y retoma las fuentes de la representación descubierta o revelada. Modifica la materia haciendo emerger el sueño latente y deja al descubierto el alma de las piedras, los metales y las maderas.
Fotógrafo y artista multimedia de marcado carácter conceptual, Alvargonzález investiga diferentes espacios urbanos y arquitecturas donde el azar es el detonante de constantes transformaciones. Su universo plástico es objeto de las múltiples perspectivas y confrontaciones de los conceptos: colectivo humano, ciudad, viaje, memoria, ausencia y juegos lumínicos. Ha realizado instalaciones en que la luz y las palabras escritas con neones actúan como gesto pictórico en fachadas de edificios tan emblemáticos como la embajada española en Berlín (1992), la antigua torre de control del aeropuerto de Munich (2000) y la embajada suiza de Berlín (2001).
Inicia su trayectoria artística centrado en la pintura, que progresivamente alternará con la escultura. Utiliza conceptos de doble significado, elementos aparentemente opuestos que provocan reflexiones desde la ausencia. Mediante la racionalidad y la simetría de estructuras geométricas repletas de conceptos indeterminados e infinitos que se concretan en espacios como el agujero o la escalera; metáfora vital que conecta la parte visible con la etérea carencia tejida en el vacío. Su obra deviene poética, lazo entre la idea barroca de eternidad y la exactitud minimalista del cubo, a la búsqueda del aspecto sensible de las cosas.
Desde que descubrió la fotografía en 2007, Maria Alzamora ha convertido la cámara en aliada al captar momentos de la cotidianeidad. De este modo su fotografía se abre paso entre espontáneas miradas que, fugaces o penetrantes, aportan al espectador la esencia de un instante. Asimismo, disfruta con el juego de los espacios en los que la figura humana queda representada por objetos y ambientes que revelan, como un relato abierto, parte de la historia de una presencia que a simple vista no podemos ver.
Las corrientes poscubista y surrealista alimentan sus composiciones, en las que la superposición de elementos incorpora el efecto de movimiento. Amagat utiliza el acrílico sobre papel o tela e investiga la técnica del collage en madera de formato muralista. Temas turbadores y otros que emanan placidez, tratados con vigorosa volumetría y bajo un refinado juego lumínico. En sus cuadros cohabitan figuración y abstracción, geometría y orgánico, y una policromía que contrarresta con el inmenso fondo ocre o gris.
Interesado desde siempre en la pintura, estudió en la Escuela de Arte Sant Jordi de la Universidad de Barcelona, donde se licenció en técnicas de la pintura. Desde bien joven combinó la faceta creativa con la docente, en la Escuela de Artes y Oficios de Reus, donde impartió clases sobre procedimientos artísticos. En 1986 se trasladó a Nueva York, donde residió durante los siguientes 20 años sin abandonar nunca totalmente los vínculos con Reus. Al volver se estableció de nuevo en Barcelona y Vinyals, donde vivió los últimos años de su vida. Son característicos de sus inicios los trabajos en los campos del body art que más tarde abandona por unas pinturas en soportes más tradicionales donde reinan los colores terrosos y los negros, así como las formas orgánicas donde en determinadas ocasiones hace alguna referencia figurativa. Él mismo defendía que en sus pinturas pretendía referirse y revisar los colores y luces de la pintura barroca bajo la perspectiva del siglo xxi que en los últimos días de su vida trabajó desde el método y la disciplina.