El pintor franco-israelí Daniel Enkaoua,, instalado en Barcelona hace ya casi veinte años, investiga la figura humana con una intensidad poco habitual. Siguiendo a los mismos modelos año tras año y magnificando su vulnerabilidad, el artista dota a sus personajes de una capacidad de irradiación fascinante, tanto cromática como psicológica; una presencia potente, material y espiritual al mismo tiempo.
En las obras de Enkaoua, las figuras humanas se encuentran en la intersección de otros dos temas que le obsesionan: el objeto humilde –bodegones de una simplicidad y densidad conmovedoras– y el paisaje –inmensidades luminosas y ascéticas que sugieren un espejo especialmente...