Desde aquella primera exposición de Naxo Farreras (Barcelona, 1951) en la galería Cadaqués de Lanfranco Bombelli (1976) hasta la antológica de Can Mario en Palafrugell (2021) se desarrolla una de las trayectorias escultóricas catalanas más interesantes y desconocidas de este último medio siglo: una obra que abandonó los cánones de la retórica clásica para conquistar una "vitalidad propia" y extraer el alma de la materia con la que trabaja. Restaura así la fuerza expresiva de la forma por sí misma y cada una de sus obras se nos presenta dotada de un juego de tensiones formales a través de los ritmos compositivos, la densidad de las masas, las concavidades y...